AMANTES.
Decidí amarte en las oscuridades de los vicios mundanos y en el arte de los amantes secretos decidí fijar mis caricias.
¡Qué importa si nos dicen amantes! No podría amarte, si mi presunción lo dejara en los arrastres de las noches perversas o de las castas en celos.
¡Qué importa si nos dicen amantes! Tan propia eres que, de tus labios, seco mi tormenta.
Tu jadeo me encela y tomo vino. Cada rincón es pretexto de nuestros reclamos carnales; eres pecado súbito que aviva el deleite de dos encarnados.
Antes que el destino nos separe, yo estaré en la raíz de tus pensamientos ya en llamas, oh mujer.