Allá en lo alto, donde el viento danza,
donde el sol susurra con luz su alabanza,
existe un reino de azul infinito,
un vasto océano de sueños benditos.
El alba despierta con pinceles dorados,
deslizando luces en cielos callados,
y el día se viste con nubes errantes,
que flotan sin prisa, cual almas vibrantes.
El cielo es espejo de un mundo profundo,
reflejo del alma, suspiros del mundo,
y en noches de calma, su manto estrellado
es un libro abierto de un Dios inspirado.
Las aves lo cruzan con alas de espuma,
desafían el aire, desafían la bruma,
y el viento las sigue con brisa cantando,
un eco lejano que va susurrando.
A veces es gris, tormentoso y callado,
en furia y en llanto su voz ha estallado,
mas luego retorna en su dulce equilibrio,
con rayos de oro en su azul sacrificio.
Oh, cielo infinito, oh, cúpula inmensa,
cobijas el mundo con paz y con fuerza,
testigo de amores, de sueños y vidas,
de tiempos que pasan, de almas perdidas.
Si miro tu sombra cuando cae la tarde,
suspiro en el aire, la vida es un arte,
pues en tu mirada de inmenso reflejo,
se esconde
el misterio del tiempo y el cielo.