Si un día abres la puerta y, al mirarte, mi memoria se nubla,
mis ojos se posan en los tuyos sin reconocerlos,
mi voz tropieza antes de encontrar tu nombre.
¿Seguirías tomándome de la mano, hablándome con la misma ternura?
¿Me contarías nuestra historia como si fuera un cuento nuevo cada día?
El verdadero amor no se borra,
ni siquiera cuando la memoria se apaga.
Y aunque lo olvide todo, mi corazón, de algún modo,
sabrá que eres tú.
Azucena Ibatá Bermudez