Entre risas y zanahorias hubo complicidad abrumadora.
Miradas tiernas envueltas en mi ropa.
Caricias cálidas me rompieron la piel.
Efímera auténtica confianza bajo sábanas y almohadas.
Agua dulce refrescante con sabor a miel.
Pero no bebí. No me hizo falta beber.
Con saber que había agua pude calmar mi sed.
Dormí con la mente en calma y junto a la calma desperté.
No hubo beso ni pecado, pero de todas formas pequé.
Vida nueva. Viejo sabio.
Amar en el delirio de un naufragio.