Bajo el cielo inmenso de tu dulce mirada,
hallé los secretos que el alma anhelaba,
un mundo sin sombras, sin miedo ni prisa,
donde el tiempo se rinde y el amor se desliza.
Tus ojos, luceros de noche estrellada,
me envuelven en sueños de calma sagrada,
y en ellos descubro la paz que persigo,
el faro encendido que guía mi abrigo.
Tus labios, promesas de mares callados,
dibujan caricias en besos dorados,
y al roce sutil de su ardiente dulzura,
se borran los miedos, renace la cura.
Tus manos, senderos de cálida brisa,
me llevan, me atrapan, me envuelven sin prisa,
y en cada caricia, en cada latido,
encuentro el destino que siempre he querido.
Si el mundo se apaga y el tiempo se esconde,
si el eco del viento mi voz ya no responde,
mi amor seguirá en cada estrella encendida,
eterno y sincero, más fuerte que la vida.
Pues amarte, mi vida, no es solo un instante,
es fuego y ceniza, es norte y levante,
es arte, es poesía, es verso y es calma,
es todo en mi cuerpo, es todo en mi alma.