Gustavo Echegaray

RELOJ

Tic tac, tic tac,

como un martillo invisible

golpeando las costillas del mundo,

el  reloj respira en la sombra,

corta la noche con su gélido pulso.

 

Tic tac, tic tac,

como un animal agazapado,

aguarda el tañer de su esfera

donde se desgajan las horas,

los días, los meses, los siglos.

 

Tic tac, tic tac,

caen como hojas muertas

los sueños enmohecidos,

se clavan en un lienzo ocre

tejido con anhelos perdidos.

 

El tiempo es un perro flaco

que corre famélico y triste

tras los huesos del mundo,

pero nunca alcanza nada.

No hay camino para él,

no hay final ni principio,

solo la burla absurda

de un minuto que se escapa

como agua entre los dedos.

 

Y el reloj sigue girando,

mordiendo el vacío,

mientras los hombres,

frágiles como un gemido,

nos disolvemos lentamente

en su tic-tac ensombrecido.