¡El licor es el \'Dios\' de las hazañas!
Es blasfemia en cristal y en su dulzura,
se cuela en la razón, la hace locura,
y azota este látigo de marañas.
Escribir ebria, ¿es aún poesía?
Se rompe en la promesa de abstinencia;
se oculta la vergüenza en la apariencia,
se ahogan risas, tanta hipocresía.
Vómito y orín, ritos tan iguales,
y al fin cuando el verdugo se presente,
no hay gloria ni perdón, solo cinismo.
El alma vaga sin pena, a sus males,
¡el trago es una lápida inminente!
La muerte brinda con su fiel sadismo.