Carolvarelal

BendiciĆ³n

Saltar la barda,
irse por la borda,
intentar bordar sin hilos,
buscar terca la tuerca del arete.
aletear con los ojos velados,
con las alas vetadas,
y volar sin guarecerse en guarida alguna
con los aguaceros que ayunó la piedra,
petrificada en el abismo,
avizorando fuegos que no emergen
para saciar la emergencia de la sed.

Tentarse por el beso que tocas a tientas
con la comisura de labios fatuos
en la fatalidad de la hiel;
helarse luego ante un desconocido
que te descose al paso,
pasarte las horas horadando sus misterios,
el legendario mito de aunarse con su alma,
que el camino admite
sin graznidos, ni grosuras,
como una hondura que te conduce
al pozo del gozo,
de los carbones calcinantes del amor.