Si somos buenos para aprender; nos dejamos educar por el corazón y la vida, Los años solo dejan recados en la piel y las personas que amamos y nos aman, (algunos) dejan la lección incompleta y otras, algo nos enseñan. Por ejemplo. amar sin lastimar ni herir, esas son las que nunca se olvidan y aprendemos a llevarlas en ese santuario del pecho.
Muchos de los que escribimos, realmente parecemos analfabetos del corazón. Nunca aprendemos, que podemos amar sin dolor y dejar intacta el alma, jugando siempre a ganar, aunque el corazón, haga parecer en vano nuestra lucha y quiera inclinar la balanza. Me gustan las derrotas del corazón, los tachones y borrones en mi cuaderno y no aprender.
Me gusta aprender a perder, iluminar esas sendas oscuras, ver derrotado el corazón sangrando letras. Reeditando el pasado y ahogándolo en la nostalgia hasta su agonía, porque solo así el pasado, deshace el recuerdo y cura el dolor que ayer fue mucho peor y nos dejó esas heridas de guerra, que hoy no nos permite herrar el beso y escoger la noche.
Lo maravilloso de la vida es ir aprendiendo, con los años se aprende a no tener miedo, a no mirar las distancias, aceptar una y otra vez que se ama, que albergar un secreto del corazón en el alma, nos convierte en esa luz, que hace que nunca lleguemos tarde a donde debemos estar. Aunque tengamos que amar con el ruidoso silencio de un poema aprendido.
Sí, estoy seguro de mí mismo, de mi amor y la pasión de mi tinta, que preña cada letra escrita, espejo de tus sentimiento y parangón de tus poemas, que me enriquecen y da luz a mis tinieblas. Hoy, puedo decir que estoy listo para aprender, para guerrear. Equivocarme y volver a empezar, porque de verdad, con los años, aun no aprendo a aprender sin dolor.
LENNOX
EL QUETZAL EN VUELO