Querido amor lejano:
Aquí es cálido, las faldas me permiten sobrevivir al verano.
Aunque me encuentro algo ciega en la oscuridad.
Recuerdo tus pestañas y las risas.
Ahí estaba la calidez del invierno.
Malditas señales del pasado.
En siete meses hay un santiamén comparado a la eternidad,
pero mi eternidad no es tal si no puedo sostener tu mano.
Me pregunto ¿Qué tan real he sido en este amor?
Aferrada a las cuestiones que me aflijen.
Cada día es una nueva aventura,
pero no deseo deshacerme en las interrogantes.
Saldré, lo prometo.
Para crear un espacio en mi ausencia,
y que no haya nada que lamentar.
Nos vemos, nos vemos.
En la madrugada, una vez más
entre el pastizal y los insectos.