El cielo de zafiro que antaño cobijaba
las penas del presente y anhelos de futuros,
hoy grisáceo muestra,su cara encapotada
hasta precipitarse sobre musgosos muros.
La tierra era a tus pies, quien amoldaba tus huellas,
sutiles y elegantes de los pasos que dabas.
Hoy entre tus dedos se hunde y plañen las estrellas
con sus quejidos sordos siendo tú quien las guiabas.
El aire se hizo denso y el sol no me calienta;
fríos son los veranos desde que no te tengo...
Y sin querer me río, al pensarte contenta,
para después llorar, con llanto que no contengo.
Me parecen suicidas los abriles sin ti
y la sangre que manan es tinta para mí.
W.M