Soneto I: Pisadas otoñales
El hombre pisa hojas de otoño ardiente,
que crujen suaves tratando de andar,
y en cada paso, un eco delincuente,
de memorias que vuelven a brotar.
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Recuerda el niño, que en el bosque ausente,
resbalaba, sin dejar de soñar,
entre hojas verdes, en mundo inocente,
cuando el tiempo no supo acaparar.
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Como un viejo manto, las hojas secas
cubren en sendero en un frío absurdo,
y martirizan ojeras con pecas.
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el otoño es un cruel murmurador,
que nos conmemora con su aire burdo,
que el niño alegre... ya no es soñador.
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Soneto II: Nostalgia entre hojas
Las hojas caen, doradas... cansadas.
El hombre siente el peso del ayer,
mientras pies, en sombras acostumbradas,
reviven sueños vivos, de crecer
.
El niño corre entre las verdes ramas,
se resbala y se ríe sin caer;
y en sus ojos, la ilusión no se apaga,
pues jugar era todo se entender.
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Hoy, el otoño es un viejo testigo,
que susurra al oído su dolor,
y regala el silencio como abrigo.
.
El pasado es un cruel espectador,
que nos devuelve, con su aire enemigo,
la imagen de un pequeño soñador.
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