Como ola feroz
que avanza torpe
sobre el cuerpo calizo
de la arena,
se han fugado
para siempre
tiempo y años:
fantasmas infinitos
de la espera.
Fuerza de mundos viejos,
indolencia
que nutre necesidad
con imposible
y va dejando con pasos
desolados
las huellas de otras formas
invisibles.
Adiós, fue como un trueno,
tormento, intransigencia.
Adiós,
los ojos apocados,
buscan en el oscuro abismo
la calidad de haber gozado
la mejor muerte en esta vida,
que para los que siguen vivos
es, sin duda,
cuestión de negación
desconocida.