El Titiritero
Guardada la muñeca
en una caja de madera,
yacía la pequeña de loza fina,
y mirada ausente.
Cual despojo de estropajo,
olvidada en una esquina
del viejo teatrino,
esperaba la muñeca.
Languidecía su esperanza,
y de pálidos colores
se teñía su inexpresivo
y agrietado rostro.
Perdida en el olvido,
entre sus cuatro tablones,
unos pasos a lo lejos
escuchó llegar.
Se remanga la camisa
!el gran malabarista!
y sacó de la polvorienta
caja, su muñeca.
Desde entonces,
pende de los hilos
del titiritero, los sueños
de su damita de porcelana.
Andrea Chica