Apagar las luces, encender mis derrotas,
luminosa rutina al morder la noche,
cuando el silencio grita desangrando su voz
y en el hielo del tiempo,
mi pecho oculta un quásar en agonía.
Apagar las luces, encender tu ausencia,
en este gran vacío, tan lleno de sus ojos,
que pueblan los rincones,
y atraviesan las paredes de esta noche fría.
Asaltar un lápiz y rasgar las hojas,
delineando a tientas tu sombra sin dueño.
Quise darte vida con mis manos rotas
e invente tu respiro con tinta y con ansias,
pero solo habitas donde arde mi sueño.
Sombra que no ya eres mía.
Tejiéndote un vestido de versos y aromas,
quise que me miraras como Sol en el día,
mas los pétalos mueren sin tu geografía.
Las palabras se esfuman como lluvia en las olas,
son sal que carcome risas, son balas sin glorias
y este jueves sangra en mi costado de nada.
Apagar las luces y poblarme de tu alma
aquí en la penumbra silente, de este exilio en llamas
es prender mi vida con esta fe desnuda,
que mastica tu ausencia como un pan sin miga.
De ti que eres el todo y la herida vacía,
de ti, que en mi costado lates y no te escudas
Encender las luces y ahora toca desterrarte
Como las huellas del naufragio que el tiempo no nombra.
Apagar tu mito, extinguir mi herida,
terco de beber en esta copa sin vida.
Jugué a ser Dios con barro y con ceniza
por tallar tu nombre en el agua mentida
o por forzar tu eclipse a ser mi cornisa.
Reservarte un hueco en la noche desnuda,
apagar las luces, para incendiar mi angustia,
mintiéndome tu cuerpo hasta que el alba ajuste
su frío en mi pecho... y repita la farsa