Hablar el lenguaje del amor sin palabras.
Con los ojos, la mirada. Con la punta de las pestañas.
Con las manos y los dedos, con el tacto terciopelo.
Con el recuerdo que guarda el olfato. Tu boca y tu pelo.
Con las palabras que una vez escuché, con el sonido de tus pasos acercándose, con tu balanceo y tu cuerpo de vaivén.
Con la sal de tu sudor, tus labios rotos y encarnados. Con la rojez de tus carnes derritiendo mis fauces.
Hablar sin decir, decirlo todo sin hablar nada.