A ti, que naciste donde el sol despierta primero,
y a ti, que habitás donde la luna se demora,
a los que llaman hogar a la nieve,
y a los que saben de mares tibios y su sal.
A los que rezan,
a los que dudan,
a los que cantan con el pecho desnudo
y a los que guardan el grito en la garganta.
A todos,
hermanos de arena,
de asfalto,
de selva,
de montañas que no saben de pasaportes.
Que el viento nos lleve los nombres,
que nos llame solo humanidad.