Tus ojos, algo que quisiera admirar toda una vida.
No son verdes como los prados, ni azules como el cielo.
Son café, un café profundo, sereno, como la tierra después de la lluvia, como las hojas secas que crujen bajo mis pies cuando el otoño tiñe todo de nostalgia.
Tu mirada me envuelve, me recuerda al viento que roza las mejillas cuando el frío comienza a habitar el mundo.
Pero me pregunto: ¿será tu mirada tan fría como la brisa de noviembre? ¿O tan cálida como el sol que se cuela entre los árboles? Quisiera sentir, quisiera saber, si en tus ojos puedo refugiarme, si en ellos encontraré un fuego tenue, una promesa de hogar, un lugar donde perderme lo que me resta de vida.