En un hogar humilde, brilla
la inocencia de una niña.
Añejada la maldad
con el ardid golosinas,
ella queda a la deriva...
El agua clara borra
de su cuerpo virgen,
las huellas del horror.
Con el alma mancillada
ella saborea una a una
las ricas golosinas.
Y en la frágil memoria
el benevolente olvido;
en su regazo la acobija.