Este es el verso que nunca escribí,
aquel que esperaste en noches calladas,
cuando era el tiempo un río sin fin
y tu risa rozaba todas mis madrugadas.
No es un canto de amor y tampoco un lamento,
ni un eco que busque volver a sonar.
Es apenas un rastro que acaricia el viento,
un susurro que lento naufragó en el mar.
Fuiste un tiempo bonito, y también fuiste un sueño,
un sol tibio en mi invierno que se pintó de azul.
No hay reproche que quede y tampoco hay empeño,
solo un norte marchito que se convirtió en el sur.
No te extraño confieso, y tampoco te olvido,
no te busco como antes, y tampoco te dejo.
Solo guardo lo que hubo, como algo vivido
como un libro se guarda dentro de un espejo.
Este es el verso que nunca, que nunca te di,
que pudo ser clamor y ahora solo es brisa.
Lo dejo aquí ahora, sin que sepas de mí,
como un pétalo suelto, que se aleja sin prisa.