EMBRUJO.
Y me embrujaron sus ojos,
su sonrisa serena y cálida,
el carmín de sus labios rojos
y el enigma de su mirada.
Y quedé prendido de ella.
Ella de mi alma completa,
cómo esa fúlgida estrella,
entre nubes, tímida y discreta.
Me beatificó su aroma,
la soltura de su cabello,
ese talle de regia forma,
que me deja sin resuello.
Y la serenidad de su voz,
cual murmullo de mar,
a veces calmo otras feroz;
Gratas constantes de amar.
¿Cómo no amar su aliento?
Tan cálido como una playa,
que, con olas por adviento…
su candidez… No soslaya.
Mi alma grita y mi voz calla
y ella percibe mi sentimiento,
así silente una barca encalla,
por insensatez o por el viento.
Y encallado estoy en mi adentro,
entre dunas férreas de este amor
y ella en mis entrañas la siento,
cual apetecida herida sin dolor.
Y me hechicé en su belleza,
Efigie de relieves perfectos,
y no hay corazón ni sutileza,
inmune a encantos tan dilectos.
Autor: Víctor A. Arana.
(VICTOR SANTA ROSA)
Febrero 2, del 2025.