Me asomo al abismo de una puerta,
puerta que lleva a un infinito.
Intento captar su sentido,
ponerlo en palabras.
Mis dedos fríos se aferran a los barrotes.
Era mi imaginación,
aquí sigo encerrado.
Y no puedo expresar la liberación
porque ahora no la veo.
Aunque vive en mí siempre,
me redime de la culpa
cuando me dejo colgar en su madero
y lloro de dolor
por los que me causan dolor.
Le pido que los perdone,
que los redima.
Este valle lagrimoso
transfórmalo en paraíso
tras cada mirada de hombre,
ayúdanos a morir en ti
para nacer en la verdad.
No nos sueltes
porque un hombre sin padre
es un hombre perdido.