A usted, señora,
amada mía,
que niega lo que siente.
¡Usted que me enamora,
a plena luz del día…!
Sé que usted sabe
cuánto la admiro
y el alma nunca miente.
Usted sabe que cabe,
en mi pecho y suspiro.
¿Por qué lo niega,
por qué lo esconde,
el beso aún pendiente?
¿Por qué no me lo entrega,
si sabe cómo y dónde?