*Basado en hechos reales.
¡Avisa al llegar!
(Romance)
Se empieza el camino sólo,
se va ovillando a más almas,
aguijados por miseria,
injusticias y otras faltas,
se lanzan a la aventura
con ilusión y privanza,
de pulsar el botón digno,
que deje atrás hambre y sarna,
pagando un precio perverso;
dando voz a la añoranza,
distanciando a las familias,
a su tierra y sus infancias.
Padres, hermanos y primos
ahorran para Canarias,
tras exudar sacrificios
para el tique de la barca,
hay que ser audaz, osado,
apuestan sobre una carta,
selecciona la familia,
al electo, por sus mañas,
poder valerse un trabajo,
que nutra la estirpe sana.
Mas el comienzo, un misterio,
variopintas son las trampas;
van por mitad del desierto
y les desertan sin mapas.
Dentro en las embarcaciones
con apenas unas latas
de litros de gasolina,
qué les propulsen confianza,
y, tal vez un móvil y gps…
muertas baterías, callan.
Suerte si no les litigan
inclementes malas aguas,
con un mar desordenado
a ver quienes los rescatan,
tocar tierra en algún punto,
o socorros a mansalva,
mas si contraría el sino
con iracunda tronada,
tomarán rumbo sin tino
a merced de la mar brava,
gobernados por corrientes,
por capitanes fantasmas,
surcan miles de kilómetros
hasta las turquesas playas,
de otras partes del Atlántico
dónde no antojan parada.
Tras meses de travesía
y larguísimas distancias,
el sinfín de millas náuticas,
les flirtea con mortaja;
el hambre, sed y calor
se les cobraron sus tasas,
de llegar a tierra firme
sin una gota de savia,
fueron cuerpos disecados,
como las momias sin raza.
¡Qué tan inusuales nómadas
en costa dominicana!
Uno de tantos cayucos,
que se pierde en la esperanza,
de saborear sus sueños,
que son nuestras vidas llanas,
pero la gran mayoría,
se pierden sin saber nada
de sus francos ocupantes
ni de cuantas tristes ánimas,
pues los lanzan por la borda,
los tocados por la parca.
Mucho mejor recordarnos,
que somos una gran masa,
de inmigrantes errabundos,
esos de la raza humana,
con mismo origen homínido,
todos floremos en África.
Y damos ya por sentado,
ritos de nuestras camadas,
aquí en nuestro “primer” mundo,
con mensajes y llamadas,
nos despojen las angustias,
si armoniosas sus llegadas,
respondiendo la encomienda:
“¡Avisa al llegar… mañana!”.
José Ángel Castro Nogales
© Derechos de autor reservados
03/02/2025