Invitada
Muchacha ven, cruza a nado mis ojos,
no temas los seres que no habitan sus aguas,
mi mar hecho de lágrimas está deshabitado
y sin embargo un perfume perenne lo circunda,
lo abraza, lo socaba y lo habita, llenándolo.
No te detengas a suponer, sigue nadando
en mi piscina olímpica, donde estos ojos ancianos
lo han visto casi todo; ya nada los empaña, pero
siguen soñando con las formas de las sirenas
amargas como el desengaño y el naufragio.
Cuando hayas terminado y tus brazos se rindan
al cansancio y esa fatiga te de calambres
y talvez sientes que te sostiene el aire,
vuelve a caminar sobre la tierra, vuelve
a recuperar el alma que atrajo la mirada
de este poeta senil que tiene entre sus manos
los cabellos sueltos que perdiste en el agua
de sus lágrimas...