Jamás Dejé de Llorar en Invierno
Jamás dejé de llorar en invierno,
ni de buscar tu calor en la fría estación.
Pero en primavera, como un nuevo comienzo,
nacieron flores en mi corazón.
Recuerdo los días grises, la lluvia constante,
cuando el alma se hundía en la más profunda soledad.
Pero tu amor, cual sol, rompía la distancia,
y en mi corazón, florecía la esperanza.
Como la nieve que se derrite al sentir el sol,
mis penas se desvanecieron en tu amor.
Y así, en cada estación, mi alma encontró,
un refugio seguro, un eterno amor.
En verano, tu sonrisa era mi brisa,
refrescando mi alma en el calor del día.
Y en otoño, tus brazos, mi abrigo preciso,
para enfrentar las hojas que caían sin prisa.
Así, en cada ciclo, nuestro amor se renueva,
más fuerte, más puro, más bello que ayer.
Y aunque el tiempo pase, y las estaciones se muevan,
nuestro amor, como un árbol, sigue creciendo sin temer.