Se bebió la ciudad de un trago
con los labios pintados de abril
la falda manchada de tango
y un abrigo que olía a jazmín.
Deambulaba entre luces rojas
sin reloj ni estación de tren
con su risa de piel y derrotas
y el alma cosida a un andén.
Nadie supo si amaba a un tipo
si esperaba un mensaje en un bar
si era reina sin reino ni circo
o un naufragio buscando la mar.
Bailarina sin musa ni espejo
caminante de niebla y champán
con la historia tatuada en el cuello
de un amante que nunca se va.
Dicen que se marchó una tarde
sin dejar ni una sombra detrás
que su rastro de música y calle
se perdió en la Gran Vía, al azar.
Y en las noches de lluvia y vino
cuando el viento silba en el portal
aún se escucha su voz de suspiro
canturreando su último vals.
ElidethAbreu
Febrero/05/2025©