Hay vidas que duran
lo que dura el aliento en un cristal…
Les formas un nido,
pero la cáscara es más fuerte
de lo que puede cercenar su frágil pico.
Pronuncias su nombre,
pero el sonido se disuelve,
sin eco,
se desintegran las letras y regresan
al éter original del universo.
Hay almas que nos visitan como un cometa
en su órbita de siglos.
Se van sin tocarnos,
pero su aura agita la nuestra
y le cambia para siempre su color.
Hay semillas que encuentran en el humus
su plena razón de ser.
Permanecen latentes en el subsuelo
y sus átomos nutren a otras semillas
para que ellas puedan contemplar el sol.