Loor a Luisa
Es... es Luisa, el jardín de la existencia,
el vino que de pronto me ha embriagado,
el tiempo cuando todo está acabado,
la sombra que descubre mi presencia.
Sus ojos, cuyo espejo en cual deliro,
permiten que me ajuste a la creencia,
en donde todo tiene equivalencia:
la risa, el mamotreto y el suspiro.
Apenas amanece y su belleza,
pasea por las calles donde observo
y en ojos de paloma me reservo,
contarle que me trae de cabeza.
¡Ay, Luisa, de mis ojos que te miran,
andar junto a tu escote, minifalda,
con una cabellera hasta la espalda
y aquellos zalameros que deliran!
Mirarte, se me ha hecho un gran destello;
confieso que se encienden mis antojos
después de que tus frescos labios rojos,
hablaran y dijeran lo más bello.
Te llamo en mi escritura dulce Luisa,
no sé si estoy pecando con pensarte,
pues eres perfección y estandarte,
me matas, si me ves y das tu risa.
¡Ay, Luisa, que te vas y así me dejas,
en todo lo más alto, en mi ventana,
mirándote pasar cada mañana
con esos movimientos que emparejas!
Samuel Dixon