Tus ojos me enamoraron,
Tus manos me atraparon,
Tu perfume me hipnotizó
Y tu sonrisa casi me saca baba,
Pero fueron tus labios los que me hicieron tu esclava.
Mi dignidad, pequeñita y débil se escapaba,
Mientras yo a tus pies me hincaba,
Pero al muy torpe ser, vi hacia dónde se fué,
Estaba en medio de tus labios, desde dónde estaba la pude ver.
Con desespero me abalance, con mi boca la busqué,
Mi lengua se alargaba, subía y bajaba y apenas la rozaba,
Mis labios se cerraban y succionaba, pero nada.
Besaba, lamia y chupaba, incesante, incansable, salvaje,
Comencé con amor, pero termine con desesperación,
Mordí, me estremecí, gruñí y gemí,
Tú, apenas respirabas, más que todo jadeabas,
me decías que no parara, que ya casi llegaba.
Al final, con sed, los dedos inserte,
pero lo que alcance, no fué mi dignidad, fué miel, fué tu placer,
cuando al fin me des hipnoticé, pensé...tal vez los labios demasiado te besé,
pues tu boca molesta protestó y con celos jadeó “Ahora voy yo”