La vi brillar en sombras y en aurora,
volar sin peso, libre de cadenas,
ser risa pura, ajena a las condenas,
y un dulce aroma que jamás se llora.
No vive así en oro, gloria ni en hora
que el tiempo marca en ráfagas ajenas;
nace en el alma, entre las luces plenas
y del ser que ama sin temor y adora.
No es meta altiva ni el afán del fuerte,
ni luz que el necio corre sin motivo,
pues solo llega a quien no teme alerte.
Quien la persigue ciego y fugitivo
jamás podrá vencer su suerte inerte,
pues la felicidad es solo un vivo.
JUSTO ALDÚ
Panameño
Derechos Reservados / febrero 2025