Se va desbaratando,
con una caricia,
pese a que su piel es seda fina,
y su corazón es furia plena…
Corre desbordando,
con malicia y astucia,
la levedad en todo lo que imagina,
sufriendo a la lealtad como condena.
Pesa sobre mi cuerpo de arena,
ahora que descansa su voracidad,
duerme unos segundos,
antes de volver a orbitar.
Es belleza extrema,
entre los años, la luz y la ferocidad,
ella hilvana todos los mundos,
usando el eco del grito del pulsar.