Llegas a las bahías de mi cuerpo,
Anclas en los puertos de mi alma,
Y un vaivén de sentimientos me posee,
Mis sentidos alterados,
Y mis sentimientos inalterables,
De este indolente sueño,
A tu ensueño dorado,
De tus manos como cuerdas,
Cuerdas que se atan a mis ojos.
Y mis ojos como estacas,
Que atacan y estacan tus oídos,
Tus oídos como clavicordios,
Clavicordios que acaban en mis labios,
como delicadas melodías,
Sinfonías que me besan,
Besos, a mi boca ya olvidada,
Y del olvido hasta mi cuerpo,
Y de mi cuerpo hasta mi alma,
Y de mi alma, a tu ventana.