Mi último verso
Pondré mi último verso sin más prerrogativas
con todo el armatoste que un día obtuvo fecha.
Seré breve y conciso, la senda queda estrecha
en donde estaba el árbol de las intempestivas.
Ahora, voy en marcha, ya tuve mil escombros;
espinas que taladran la vida hasta los hombros.
Creyente fui de amores, pubertas, pusilánime
y el verso lo dio todo, todito lo dio el verso.
El aire alzó en los aires, mi mundo fue disperso,
así que ya no pude dejar de ser un ánime.
Con lágrimas vi el libro, rompí la última puerta,
canéforas volaron al ver tanta reyerta.
Los bosques tropicales del campo de mi empeño
preñaron las hetairas. Mi pluma fue testigo.
Y en ese mismo instante perdió la espiga el trigo,
entonces, que me he visto flotar de mucho sueño.
He estado y sin saberlo, buscando esa laúd;
pigmento del recuerdo de aquella juventud.
Pondré mi último verso, pondré mi retirada;
adiós a los peñascos del suelo en que he vivido,
adiós a los momentos y el tiempo compartido,
adiós al laberinto que supo mi llegada.
Libélulas derroten las dos pudibundeces:
el miedo y la ignorancia que inundan muchas veces.
Samuel Dixon
Achuapa, 07 de febrero 2025