Querida princesa de hielo,
tú me hiciste diferenciar
entre las zorras del cielo
y la pureza dentro del infierno.
Están las que cometen actos de amor
hacia un sujeto muerto,
para luego desquitarse con almas inocentes
en nombre de su criterio podrido.
Este es el pensamiento de estas Cúpidas.
Me volví negativo
para poder ver el verdadero cielo
que nos pintan.
Las zorras tocan mi piel,
pero no hay efecto que dure mucho tiempo.
No soy una celebridad
que promueva el amor vacío,
enfrascado en odio.
Mis agujas hincan
las partes sensibles
que ocultan los pecadores sin ojos.
El hielo congela su corazón
y solo queda un cuerpo
manipulado por el impulso.