Diego Rojas G.

Antes de morir

Cierro mis ojos

respiro

estar en el silencio 

de la luz,

en su hogar 

veo,

la hermosa muerte 

de la esperanza,

se extravía en más luz,

y en álveos.

 

Necesité oscuridad,

perder

en apuestas

el latido del cielo,

la voz de un padre

muerto, 

la vida muere.

 

Mi sangre busca esa luz,

y mis latidos,

a la vez el oscuro cielo

caer

sentir, 

la respiración de otro 

que soy 

yo mismo,

naturalmente, 

y las bocas y risas,

se van en un remolino,

pero esto es la paz

con aquel reflejo,

que lanza sus latidos sobre mi,

desde un espejo

en el cielo desvaneciéndose.

 

Cierro mis ojos, 

abismos 

caen sobre mi visión,

en este punto,

no importa donde esté el cielo,

ni el infierno,

es aquí,

una ola de mar

el abrazo de una madre,

y el silencio la luz lo oscuro lo eterno, 

que revela puertas en esos álveos.

 

Siempre quisiera escapar,

de los latigos

que rompen los huesos,

de estallidos,

de derrumbes de arquitecturas,

desconecciones de espíritus,

me enfrento sin miedos,

arrancando mi propio corazón,

aferrándome a la esperanza,

en oposición a la muerte,

de forma contradictoria.

 

Entonces despierto,

y puedo seguir

la conversación en la mesa,

servir, 

una copa de vino

y ver como una mirada,

crea un incendio,

impulsándome nuevamente a vivir.

 

He aquí \"La poesía es el cadaver\"

de pensamientos y emociones,

y es la tierra a la que se llega,

en la incertidumbre,

y en el amor y paz absolutos,

cuyo cuerpo,

son palabras, 

la respiración de otro,

y es un ser poético,

es una comunicación al azar y su opuesto.