Acostados,
me dijiste después de un rato de haber yo pronunciado esas dos palabras,
que tú también me querías.
Me quedé mirándote y sentía que mis ojos florecían húmedos.
El te quiero hizo que, cuando estuviste dentro, sintiera un calor acogedor en el vientre,
y entendí que esa estima lo hace mejor,
supe con toda seguridad que el ingrediente secreto del sexo es el amor.