Gustavo Echegaray

LUMBALGIA

Te conozco, viejo dolor,

otra vez regresas,

bestia de dientes callados,

y te infiltras en mis huesos

como un huésped villano.

 

Te acomodas en mi cuerpo

con paso torpe y certero,

me habitas, me quiebras,

inclementemente tozudo.

 

Lengua de mil cuchillos

lamiéndome las vértebras,

golpes de un dios distraído

que juega con mis nervios

como si fueran cuerdas.

 

No hay trato que te ahuyente

ni rezo que te espante.

Vienes solo, ardiente,

y te arrimas     a mi costado

como un viejo caminante.

 

Sombrío devorador de auroras,

reloj que desgranas tu arena,

tormenta que no cesa

en mi habitación sin puertas,

en mis noches sin sueño.