Mi pecho, lleno de emociones,
grita el alma enmudecida.
Flagelado el cuerpo,
de latigazos inciertos,
sollozante el caminante y
espinas sangrantes
brotando desespero.
Buenos días, me dijo.
Callada, mi alma responde
melancólicamente:
¿Dónde estás, amor mío?
El transitar de un frío,
Es cálido tu abrigo.
¿Dónde estás? No me miras más.
Súplicas de un amor
que no se olvidará.
Me miró y me dijo:
\"Buenos días, cariño.\"
El viento y la brisa
acarician mis mejillas.
Sumergido en agonía,
susurra el viento,
la suplica de una caricia.