No eres mío y sin embargo, te tengo:
soy la dueña del brillo de tus pupilas,
la causante de tu sonrisa de ensueño;
soy la que te hace enloquecer al reir
y la que enciende tus prohibidos deseos;
soy la que desata en ti un huracán de locura
cada vez que colapso en tu cielo.
No soy tuya y sin embargo, me tienes:
eres el dueño del fuego de mi mirada;
el causante de mi sonrisa de anhelo,
eres el que me enloquece al hacerme reir
y el que enciende el volcán de mi cuerpo.
Eres el que desata en mi un vendaval de pasión
cada vez que me adentra en su cielo.
No somos nada y sin embargo, nos tenemos:
a pesar de no haber pecado los labios,
a pesar de no haber pecado los cuerpos,
cuando nuestras manos desnudas se enlazan,
cuando acaricio tu rostro caliente y tu pelo,
cuando nuestros ojos se miran ardiendo
nuestras almas se aman en secreto.
9-2-25
Ado Medina
Dedicado a H.