La felicidad no es un sueño lejano,
ni un golpe de suerte que el viento nos da,
es solo la calma de aquel que ha elegido
vivir en verdad, sin miedo a su andar.
Mas para alcanzarla hay que conocerse,
amarse en la sombra, en luz abrazarse,
dejar que la vida nos lleve y nos traiga,
sabiendo quién somos, sin miedo a mostrarse.
La vida es un viaje de dulce tormento,
y en cada batalla se forja el acero,
el alma que elige ser libre y serena,
hallará en su pecho la paz de lo eterno.
Pues no es el camino el que dicta el sentido,
es solo el que elige quien nunca ha mentido.