Escuché tus besos emergiendo desde el alba
con el rumor del viento entre la aurora
y lamenté no ser el alma que te añora.
Descubrí el rubor de tu sonrisa
provocando se volcase mi ternura
y hui de ti de prisa, ahogado en mi amargura
Caminé ciego armando los arbustos y las ramas,
arrastrando la sombra del orgullo entre las horas
tendidas al sendero donde llamas, donde moras
Pero al sentir la bruma salida de la nada
Rasgando el espacio herido del ahora
donde la efímera ilusión se quiebra y llora
anidé mi cuerpo en tu mirada
Y al final de cada ruta, en lo lejano,
la noble palabra que al volver se eleva
al invocar tu nombre, clama en vano,
el momento fugaz en que me esperas