Ya se ilumina el jardín de las flores,
y siento por celo, por esperanza,
que un caminante que en ellas avanza,
elige una vida entre los dulzores.
Mis ojos dormidos sueñan favores,
ven que una flor de divina semblanza
está en una mano, erguida y con danza,
y viene hacia mí sintiendo temblores.
Se mueve mi puerta y noto un aliento.
Mi sueño de luz, que brilla, que crece,
queda rendido en aromas de honor.
Mis ojos se abren por ecos del viento
que hablan de dones que el amor merece,
y ven que en mis manos, hay una flor.
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Y ya despierta
quedo apenada
cuando el aroma exhalo.
Soñé una puerta abierta
que ya veo cerrada.
Y ya despierta
busco perderme
en el bello intervalo
de esa ensoñación cierta,
la que ha venido a verme.
Queda el desplante,
sueños se fueron
dejándome un regalo.
Pero no lo importante,
las manos que lo dieron.
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Malen