JacNogales

Deja que salga de dentro.

Deja que salga de dentro.

(Libre)

 

Y vuelta a empezar…

Ahí viene de nuevo despampanante,

arrolladora con ese anárquico andar,

moviendo sus caderas con petulancia,

con ese perfume arrogante para anunciar su triunfal llegada,

ella es: doña Duda.

 

Me abre sus brazos con media sardónica sonrisa,

con su babosa,

pesada,

y cansina

y oxidada zalamería,

esa que gruñe por cada callejuela del cerebro,

llegando a cada esquina,

sin dejar de barrer,

sin dejar de lamentar,

de atizar si,

se está haciendo lo correcto,

si es moral,

si es educado,

si es entrañable,

si es necesario…

 

Construye firmes diques para que no se descarríe la consciencia;

si será bueno para la salud,

si será bueno para la cartera,

si será bueno para las pestañas,

para el mundo,

¿Bueno para el aire?

 

A veces la denunciaría;

ya por abuso,

por acoso,

o por maltrato psicológico.

Pero sé que es parte de mí.

Si la encierran unos años,

sé que me trabará con los flecos del vestido a alguno de sus bolsillos,

convirtiéndome en una mera extensión suya más,

y la tendré que acompañar si o sí,

hasta su último día de su condena.

Mejor sentarse a hablar con ella,

intentar hacer las paces;

dándole la razón,

quitándole la razón,

regalándole capazos de inseguridades e incertidumbres,

bañándola en propósitos y desesperanzas,

masajeándola con victorias y alegrías,

complaciéndola entre cielos, incendios, entre bálsamos e infiernos.

 

Total,

el último suspiro,

esa última orden,

la que realmente seguiremos hasta el fin del mundo,

con o sin venda en los ojos,

la que acallará a doña Duda:

“es la voz que sale de dentro”. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

José Ángel Castro Nogales

© Derechos de autor reservados

11/02/2025