Parafraseando a Benedetti, diría que aquí no hay años. Solo nos adelantamos a la tarde, ese maravilloso estado donde todo se ve con lentes diferentes se siente juguetonas las miradas, la piel gusta de nuevas sensaciones y el corazón se sacude el polvo del tiempo y crea espacios de sueños puestos debajo de la almohada, como nuestra chistera onírica.
El tiempo ha hecho en ti, lo que hace a un buen vino cosechado con las mejores letras Que los hace significativos, madurado en poemarios como barricas de robles y ese suave sabor de tus letras a mar y ron, vino de calidad y letras de éxitos que cada año cosecha un racimo de experiencias, heridas y gozos. Apareces como joya preciada de todos los deseos míos.
Tú, al igual que la constelación de Orión, pareciera que no falta nada a tu cielo. Tu figura representa es luz que ciega el corazón, despertando el alma. Como Orión, le pones una estrella nueva a su cinturón. A veces pareciera que es difícil acercarse a la constelación de tus poemas y del círculo cercano de amigos o admiradores esta más lejos que la luna.
Lo más difícil de cumplir año es abrir esa puerta sonriente y esperar el dictado de la vida guardando en la alforja del corazón todos los parabienes y deseos, ser amiga del espejo al despertar y gustarse aún, no siendo la misma de ayer, pero con la misma tranquilidad de salir a la noche y dejarse besar, por ese pensamiento lejano que espera en un monitor.
Cuando la vida se vive rodeada de amorosas letras. No importa decir, que el potro de nuestros días cabalga hacia la cruel dictadura del tiempo o a la tarde, como decía Benedetti, no teme quien lleva los años como una sonrisa que la hace lucir más bella, porque ahí en el cofre del corazón guarda los momentos felices, que dan luz a los días de arribo a un año.
LENNOX
EL QUETZAL EN VUELO