Homilética
Hoy voy rompiendo reglas y estatutos,
¿Qué importa si ya todo es un invento?
Así que, cada quien con su argumento,
descifre la labor de sus tributos.
Por tanto, no hay encantos sin astutos
ni boca que no diga un pensamiento,
ni mente que no explore su momento,
ni siembro que no cargue con sus frutos.
Así que, mi palabra es una alfombra,
nacida de una mente sin temores,
y ausente del vacío en que se nombra
la perla con cual dicto mis amores.
La altura no me asusta ni me asombra,
pues somos para el mundo los mejores.
Samuel Dixon