Los poetas sentimos el vuelo.
No solo de las aves,
también de lo que no regresa.
Hoy un colibrí bate el viento,
tiemblo con su impulso.
¿Es mi país llamándome?
Mi cuerpo está aquí,
otra parte sigue cruzando el océano.
Los tejados quedaron atrás,
la luz del sol sobre el pelo de mi perro,
el rincón donde dormía mi gato.
El aleteo sigue en el pecho,
¿qué queda en mí de aquel viaje?
Azucena Ibatá Bermudez