ENTRE LA NOCHE Y EL DÍA NO HAY PARED
afirma el dicho del pueblo, y resulta muy cierto
porque se trata de un tránsito natural
muchas veces probado en la práctica,
porque no destaca
un instante concreto que podríamos decir
de cambio y de ruptura en el que la tarde
pierda su nombre y en el que comience
a ser nocturna la noche.
Y lo mismo sucede algunas horas después,
cuando se avecina la claridad,
cuando suavemente toma impulso,
se despereza y se expande,
cuando sin saltos ni sobresaltos,
se produce el nuevo tránsito,
el de la noche al día naciente.
Gaspar Jover Polo