Edwin Acosta Pena

Esclavo de tus deseos.

El rumor de la calle

cruje con tu trémula voz,

van vistiendo las nostalgias 

por la colosal distancia,

el viento, cada vez más frío

y mi sueño, esclavo de tus deseos.

El zaguán esperaba tu bullicio,

tus pasos delicados de princesa 

y el incontenible deseo 

finaliza en un abrazo perpetuo,

El aura se amotinó en un poema,

mi pulso que en mis venas arde

por tus ojos empapados de encanto;

más aún, los cielos llegan tarde,

la mirada de amor se esconde

en un miedo impredecible

y vuelve un suspiro antiguo

en la quietud de un beso tembloroso…

Se afina el silencio en un espacio

y con la misma cólera de labios

beso tus mejillas rosadas,

se ahogó el gemido de tanto amar

y como final tonada exhausta 

no te dejo de abrazar,

luego te vas, y no saber de ti

es pregonar un poema sin letra,

es no tener aire al despertar,

es apagar la llamarada de fuego 

antes de empezar a amar,

es un camino de noche sin luna,

sin guarida para esa pasión 

que nos espera del otro lado de la luna.

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