Risas como anzuelos,
me acompañaste en la noche tormentosa,
cuando estaba llena de horrores y cientos de miradas se posaban sobre la habitación.
Entre la multitud,
debimos encontrar un hogar.
Pero habían otras cosas en las que pensar,
burlas que carcomían la tempestad
y nuevas preocupaciones dirigidas a la nada.
Continúo esperando.